miércoles, 29 de abril de 2009

El Pastel

El pastel apareció en el siglo XVI, como una derivación del clarión, un lápiz de colores.

Consiste básicamente en pigmentos secos en polvo, moldeados en una barrita que se cohesiona mediante una goma o resina. Sin embargo, carece de los aglutinantes que poseen técnicas como el carboncillo, el óleo, etc. Esto hace que sea tremendamente difícil de adherir a la superficie pictórica, que suele ser un papel poroso. Debido a ello, se emplean fijadores.

El pastel es muy apreciado por la delicada gama de colores que ofrece y por una característica otorgada por su propia fragilidad: al carecer de aglutinantes, el color de la barra es exactamente el mismo que obtendrá el artista tras su aplicación. Además, no necesita ser preparada con antelación y tampoco requiere de tiempo de secado. Esto permite trabajar a gran velocidad con trazos espontáneos y directos.





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